Hoy es un Viernes hermoso y soleado. Ayer celebramos el cumpleaños del noble hombre de este hogar en un ánimo sereno y alegre, en la intimidad de la familia y la abundancia de la naturaleza.
Ningún día pasa sin grandes aventuras, siendo lo grande y lo pequeño un percibir personal. Ayer fue uno de esos días en los que, con gran claridad, la naturaleza y la tecnología se besaban. Mientras yo asumía la rebelión tecnológica en mi equipo Mac, negado a exportar mis vídeos, el cumpleañero terminaba por la noche con la vida de una serpiente, para ahorrarle el sufrimiento de una muerte lenta atascada en el portón del garaje.
Hoy estoy tranquila. Sé que actualizar el ordenador en pleno estado de alarma, y en el aislamiento rural, me llevará más tiempo del deseado. Y sé que el ramo de flores que hemos puesto a la serpiente sella el ciclo con nuestra compasión y respeto.
Os cuento todo esto, para hablaros de lo importante que me parece que le demos un marco y una definición a las cosas que nos ocurren. Una misma situación, bien definida, comprendida y sentida, puede pasar de ser un drama a ser un espacio de crecimiento y, como siempre, un contacto mayor con el amor.
Las cosas que nutren
Hay quien dice que el amor no da el dinero que nos da la comida. Estoy en desacuerdo. Cuando amamos y creamos relaciones basadas en la bondad, el servicio y la conexión, estamos nutridos y protegidos porque trabajamos en equipo con la vida. Esa nutrición toma diversas formas, siendo la mayor de ellas nuestra satisfacción interior. Me da pena cuando veo gente que piensa que en tiempos de dificultad hay que asegurarse la comida, antes que el amor. En las dificultades lo que psicológicamente mejora nuestro bienestar es sentirse en comunidad y en compañía. Una buena comida, en soledad y pensando en las necesidades propias y nada más, no sabe tan rica como una comida más escueta sabiendo que estamos dispuestos a ayudar y compartir lo que tenemos. Así lo vivo yo en este momento, con un compromiso interior a que los instintos que me harían buscar comida conozcan sus fronteras, y así mi corazón pueda seguir expandiéndose a la espera de que el mundo descanse y se repare.
Sobre estas cosas estaba reflexionando, cuando me di cuenta de que, a veces, las cosas más importantes están donde nadie mira para buscarlas. A veces se habla de ellas, pero no siempre se mira bien dentro de su significado, reposando la atención y el corazón. De ahí surge la propuesta que os traigo hoy.
Sencillez y palabras
Si escuchasteis la conferencia Ted de Matthieu Ricard que os envié el otro día, puede que pensarais que su visión de la felicidad es muy sencilla, en exceso quizás. Por alguna razón hemos entrado en un círculo de pensamiento en el que asociamos la felicidad al éxito y el éxito a la abundancia. Esta conexión de ideas es buena en sí misma, pero incomprensible si no definimos primeramente qué son estos conceptos para nosotros.
Personalmente, me considero una persona muy ambiciosa. Tengo ambición de felicidad, de éxito y de abundancia. Algunas veces he tenido que escuchar de otros que no soy ambiciosa ¡supongo que no tenemos tampoco todos la misma definición de ambición!
Cuando creamos nuestro propio diccionario emprendemos el noble proyecto de tener un lenguaje propio en el que escribir la poesía y la música de nuestra vida. Para ello, es recomendable empezar por el principio, definiendo las palabras que usaremos para guiarnos y tomar decisiones. Así, la base de la pirámide toma raíz.
Ejercitarse y definirse
Hoy quiero dejaros un ejercicio muy sencillo, y yo voy a dejaros el mío escrito aquí para que os sirva de referencia. Me gustaría que cogierais papel y lápiz, o vuestro ordenador si sois de apretar teclas. Yo siempre recomiendo escribir a mano, probad vosotros mismos la diferencia. Para este ejercicio os voy a proponer tres palabras iniciales, así se encienden los motores. Luego os dejo otras palabras con las que creo que es bueno seguir la indagación.
Aquí van mis sugerencias:
“Te invito a que escribas tu propia definición para estas tres palabras: felicidad, éxito y abundancia.
Una vez que lo hayas hecho escribe en qué cosas inviertes la mayor parte de tu tiempo.
A continuación, relaciona tus definiciones con las cosas a las que le dedicas tiempo. Observa si son coherentes y compatibles.
El ejercicio sólo consiste en coger visión, no en dar tu opinión o juicio.”
Mis definiciones
Aquí os dejo mis definiciones de estos conceptos a fecha de hoy, intento revisarlas de vez en cuando, porque suelo cambiar de prioridades y necesidades según aprendo y maduro.
Felicidad: mi capacidad para aceptar, acoger y confiar en cada momento tal cual es ¡y disfrutarlo! No es para mí sinónimo de alegría, porque a veces estoy triste, o preocupada o desorientada. La felicidad es para mi la banda sonora de la película, aunque los escenarios y personajes cambien.
Éxito: conocerme a mí misma lo suficientemente bien como para saber lo que quiero, cuáles son mis talentos y qué quiero aprender. No asocio el éxito de manera primaria a los resultados de mis acciones sino al disfrute, la pasión y la valentía que me mueven en el proceso creativo que implica descubrirme y expresarme.
Abundancia: es para mi sinónimo de amor. Relaciono la abundancia con el amor que doy y el que recibo. Veo la abundancia como un músculo, mi capacidad de amar se fortalece más cuanta más atención le dedico a amar. La abundancia en forma de amor va más allá de mi pequeño círculo de influencia directa, me gusta dedicarle mi amor al mundo en general. Eso me hace sentir muy abundante.
Sencillez, prana y color
Este ejercicio que os he propuesto es de lo más sencillo, pero justamente por eso es muy importante. Todo lo complejo surge de algo sencillo o esencial. Cuando las partes esenciales han sido bien concebidas todo lo que se contruye sobre ello es más estable. No siginifica que nunca nos caeremos, sino que al caer sabremos volver a la esencia sobre la que queremos construir.
Desde el punto de vista del yoga, allí donde va la atención va el prana. El prana es considerado energía o fuerza vital. Aquellas cosas en las que ponemos la atención crecen y se desarrollan. Veréis que una vez definidos intencionalmente estos términos podemos poner más atención en ellos y verlos crecer.
Un gran diccionario para una gran vida
Para completar el ejercicio os dejo cinco conceptos más que me parecen interesantes para ampliar nuestro real diccionario de la lengua de mi corazón: salud, amor, trabajo, cuerpo y sabiduría.
Por supuesto, podéis dejar que estos conceptos los defina la sociedad, la religión o el horóscopo. Sin embargo, las definiciones generales suelen dejar fuera los aspectos individuales. Por eso suelen ser insuficientes y es buena idea matizar, colorear o enmarcarlas en nuestras palabras.
Si tenéis gusto por los colores y la escritura, podéis dedicarle un cuaderno a este diccionario. Así cada semana podréis buscar una palabra que queráis definir. Pueden ser cosas muy materiales: dinero, tecnología, ropa, libros, viajar, deporte… Como dice Bruce Lipton, si asumimos que todos vemos el mundo a través de unas gafas ¡mejor será elegir el color de las gafas!
Espero, como siempre, que podáis sacarle vitaminas a esta ensalada de ideas.
Feliz fin de semana.