A menudo me he preguntado por qué se considera sano y deseable que los niños rían y lo pasen bien y cuando nos vamos haciendo adultos se asocia la madurez a una seriedad o solemnidad que resultan, a mi parecer, totalmente innecesarias.
Me parece peligroso que perdamos la alegría, el sentido del humor y la ligereza en el vivir. Me parece un riesgo que pensemos que la gente alegre y divertida es menos eficiente o rigurosa. Me parece un error que olvidemos que la alegría es una señal de salud, longevidad y realización personal.
Por todo esto, creo que es muy importante que cultivemos una relación consciente y saludable con nuestro ánimo y nuestros sentires ya que son el termómetro de nuestra vida y nuestra salud. La vida ofrece, sin duda, muchas situaciones que requieren de responsabilidad y concentración para ser resueltas con éxito, y no en todo hemos de bromear. De hecho, yo no relaciono la alegría con ser bromista o chistoso sino con un estado interno positivo, abierto, curioso y agradecido que nos facilita acercarnos a las situaciones fáciles y difíciles con claridad y buenas acciones.
En mi visión y experiencia, la alegría se manifiesta como una forma combinada de entusiasmo y vitalidad que impulsa a las personas a sostenerse mejor, disfrutar y estar presentes, así como las convierte en mejores compañías para sí mismas y los demás.
De todas las competencias que son necesarias para prosperar en aspectos mundanos y espirituales, el conocimiento y la gestión del propio ánimo me parece de las más importantes. Cualquier situación cambia radicalmente, hacia mejor o peor, a la luz del ánimo interior que la filtra.
No tenemos control absoluto sobre nuestro ánimo. De hecho algunos factores genéticos nos predisponen en una dirección o la contraria, facilitando o entorpeciendo nuestra alegría. Sin embargo, hay una gran parte de nuestro ánimo que sí podemos gestionar, y esa es la parte que los psicólogos llaman las "elecciones intencionales". Sabemos que la felicidad de una persona depende de su temperamento (genética), su historia personal y sus decisiones intencionales en el día a día.
Como veréis, sobre las dos primeras no es muy fácil actuar. Sobre la genética podemos actuar muy ligeramente (o mucho, según algunos) a través de la epigenética. Sobre la historia personal no podemos hacer cambios pero tenemos un poco de control porque la manera en la que es narrada puede cambiar mucho cómo nos afecta (este es un trabajo que una buena terapia suele facilitar). Y sobre las elecciones intencionales tenemos un gran poder, si lo queremos activar y entrenar, ya que son lo que constituye nuestro estilo de vida y nuestras rutinas. Estas elecciones afectan al pensamiento y a la acción y gracias a ellas podemos cambiar completamente el curso de nuestra vida.
Hoy en día sabemos que existe una absoluta correlación entre el cuerpo y la mente. Por eso, yo soy partidaria de prácticas que entrenen a ambos de manera cooperativa para gestionar y elevar el ánimo.
¿Qué tipo de prácticas? Algunas esenciales para mí serían:
- El deporte y el movimiento porque elevan el ánimo reduciendo la ansiedad y la depresión (gracias a la liberación de dopamina, endorfinas, endocannabinoides, anandamina...)
- Las buenas compañías ofrecen entornos seguros en los que ser y expresarnos con autenticidad lo cual reduce el estrés (hay un tipo de depresión de carácter inflamatorio que deriva del estrés crónico)
- Prácticas que educan la atención y regulan la actividad de la red neuronal por defecto (se sabe que esta red está alterada en personas con ansiedad y depresión), por ejemplo el yoga, el taichi, la meditación...
- La naturaleza en cualquiera de sus formas, como descanso o actividad
- La presencia terapéutica de un profesional o alguna amistad que tenga esa capacidad, para abrir espacios vulnerables en los que dar paso a las preocupaciones y aflicciones de la vida (no para regocijarnos y rumiar sino para dar paso y permitir la integración)
- Recordar nuestros sueños y valores porque cada cosa importante que dejamos de lado es una herida a nuestra pasión, nuestro deseo de contribuir y nuestra riqueza interior
- El altruismo en alguna de sus múltiples formas (en lo cotidiano o de manera más explícita), tenemos datos de mayores niveles de satisfacción vital en las personas con comportamientos altruistas frente a los de objetivos más individualistas ("yo y mi pequeño círculo" siempre se quedará demasiado pequeño)
Investigad, compartidme ¡felices ánimos!
***** Extracto de la newsletter de Abril de 2022