Ninguna de las grandes cosas que he hecho me ha cambiado la vida. Ninguno de los memorables hitos alcanzados ha transformado mi universo. Ningún éxtasis ocasional ni revelación espiritual me ha liberado de los obstáculos del vivir. Y nadie me ha salvado completamente de mis tristezas para darme la felicidad.
Sin embargo, muchas de las cosas pequeñas que he hecho, vistas en conjunto, me han cambiado la vida. Su acumulación en el el tiempo ha ido dejando un pozo discreto que se ha convertido en un pozo de gozo, ofreciéndome una mirada y un paisaje que me han dado mucha fe y mucha fuerza. Por ejemplo, no me cambió la vida pasar un fin de semana hace varios años con @joedispenza con horas de meditación y experiencias cuánticas (aunque fue maravilloso), porque el evento aislado es una memoria que no cobra vida si la vida diaria no la consolida. Creo que mis discretas meditaciones diarias son las que han consolidado el cambio de textura interna que experimento muchos días.
Cuando me dolían las rodillas probé muchas cosas con propósito de experimentar el milagro de la curación, y, finalmente, fueron los pequeños minutos que dedicaba cada día a moverme de maneras diferentes y explorar mi cuerpo desde otros lugares lo que me enseñó a negociar el dolor.
Salí dos veces en Yoga Journal España, pero no transformó mi universo (aunque a mi madre le hizo ilusión). Sin embargo, esos emails que recibo a lo largo de la semana, de alumnos conocidos y personas desconocidas, que me hablan de cómo se sienten y de las pequeñas cosas que hemos compartido, transforman mi corazón y me ayudan a ser más generosa y estar más presente para los demás.
De joven pensaba que alguien podía salvarme, así como que yo podía salvar a alguien. También durante un tiempo pensé que esa salvación sería el yoga, para mí o para otros. En realidad, la vida apenas necesita de ornamentos, la salvación es darnos cuenta de eso. De que no necesitamos casi nada de lo que tenemos, y que lo que necesitamos queda eclipsado en la distracción cotidiana, olvidando esos besos y esos “te quiero” que realmente nos salvarán.
Existen tres personas que sí me han cambiado la vida, pero no son un logro personal, ni un hito, ni una salvación. Me han cambiado la vida porque existen, aunque no hagan nada, y porque me aman, aunque mi cordura oscile. Cuando construyes familia con alguien, aunque sea un gran proyecto, también son las pequeñas cosas las que dan sabor y aroma al viaje. Es como enseñar yoga. Son las pequeñas cosas que hacemos cada día las que mueven la tierra bajo nuestros pies para que podamos con pasión mantener el sueño de educar y compartir.
En estas poesías, arando la tierra, me encuentro hoy. Esperando con anhelo y respeto mi primera charla sobre bienestar para el Programa Executive en Chief Happiness Officer la Universidad Online UNIR.